Investigación científica en la Facultad de Ingeniería

Se me ha pedido, como material que pudiera ser utilizado en las Jornadas Nacionales de Ingenieria, que escribiera algo sobre mi experiencia en materia de investigación científica en la Facultad. Será algo breve, sólo una relacion resumida de mis experiencias personales, muy ligadas a mi estrecha colaboración con el Prof. Rafael Laguardia durante alrededor de 40 años — dicho sea de paso, creo que hay que valorizar mucho el papel de Laguardia en el desarrollo de la matemática en el Uruguay, como fundador del Instituto de Matemática y Estadística y como persona que siempre tuvo ideas muy claras acerca de temas básicos del desarrollo de la investigación, la formación de una buena biblioteca y hemeroteca, así como de servicios administrativos adecuados y eficaces y, especialmente, la formación de jóvenes docentes e investigadores; tengo opinión firme al igual que otros docentes e investigadores que el nuevo instituto deberá llevar su nombre. Me referiré exclusivamente a la Matemática, si bien otras ciencias básicas podrán compartir con ella orientaciones comunes; pero otras personas mucho más conocedoras que yo de esas ciencias, y más ligadas a la investigación en ellas, deberán aportar sus puntos de vista, en particular, porque la investigación matemática difiere en cuestiones sustanciales, que se reflejan fuertemente hasta en los aspectos organizativos, de la investigación en otras ramas de la ciencia.

1) Haré referencia ante todo, a temas que podríamos llamar de infraestructura que, si no están bien organizados y atendidos, pueden frustrar las mejores capacidades para la investigación, aún de personas excepcionalmente dotadas para ella. Ante todo, una buena biblioteca, mantenida al día en todas las ramas esenciales, y que comprenda como aspecto esencial las más importantes revistas mundiales especializadas y revistas de reseñas (de las cuales en el Instituto recibíamos dos, la norteamericana y la soviética, que, si bien se superponian en muchos aspectos, se complementaban en otros y tenían diferencias interesantes en el enfoque de las reseñas: seria casi un lujo, pero no sería superfluo, recibir tambián la alemana). Sólo este rubro exige un intenso trabajo de información de todo lo que se publica en el mundo, selección de lo que se debe comprar (no se puede adquirir todo), reclamo de los fondos no pequeños, para atender este rubro, organización del canje con nuestras publicaciones (ese canje, en el pasado era, en muchísimos casos, sumamente generoso, a pesar de que formalmente se planteaba sobre bases de equivalencia), gestión de donaciones por parte de diversas instituciones, etc. En la actualidad, los enormes gastos (miles de dólares) que reclamarían colmar la laguna de 11 años que se ha producido en casi todas las revistas, a la que se agrega la de los libros importantes que se han editado en ese lapso, se pueden reducir considerablemente sobre la base de la solidaridad internacional. Para dar sólo dos ejemplos, se me ha ofrecido personalmente la colección completa (decenas de volúmenes) de los Symposia of Pure and Applied Mathematics, por parte de la American Mathematical Society (que naturalmente, no los retendría en mi poder sino que los entregarla al Instituto); círculos de matemáticos franceses también se han ofrecido a ayudar generosamente y no dudo de que lo mismo sucederá en muchos otros países. Hay que tener en cuenta que no se trata sólo de la biblioteca del Instituto sino también de material bibliográfico, en menor cantidad pero de muy alta calidad, que tradicionalmente recibía la Biblioteca de la Facultad. Pero luego, aparte del canje, habrá que continuar las compras y suscripciones, lo que significará un gasto permanente no pequeño.

Siempre dentro del capítulo de infraestructura, habrá que asegurar la permanencia y ampliación de un local adecuado y del amoblamiento mínimo necesario. Luego está el trabajo administrativo, que no es pequeño. En este sentido, el viejo Instituto puede enorgullecerse de haber tenido funcionarias técnicas excelentes, nombradas sobre la base de un concurso muy exigente, que incluía varias pruebas (dactilografía no sólo común sino que incluía cierta capacidad para escribir textos matemáticos, conocimiento serio de idiomas, aparte del español, cierta experiencia y conocimientos de trabajo administrativo en general y, especialmente, de bibliotecología, etc.), y esta tradición debe ser continuada. Sin embargo, no todo el trabajo administrativo puede ser realizado por un funcionario: partes esenciales, especialmente todo lo relativo a la programación de la adquisición del material bibliográfico, la clasificación del que se recibe, la preparación de la encuadernación de revistas, etc. deben figurar entre las tareas obligatorias del personal científico. Hay que asegurar el imprescindible contacto epistolar con instituciones y matemáticos extranjeros.

Por último en el rubro de infraestructura hay que incluir máquinas de escribir, una de las cuales, por lo menos, debe estar generosamente dotada de símbolos matemáticos que permitan ediciones internas y la preparación de manuscritos para publicación impresa; si todavía resulta conveniente recibir materal microfilmado, la correspondiente máquina de lectura, etc.

2) En cuanto al trabajo científico propiamente dicho. Está claro que, en cuanto sea posible, hay que reiniciar las tareas de investigación, sobre la base de gente capacitada y con experiencia. Más allá de algunos que quedaron en el país y que no están demasiados comprometidos con otras ocupaciones, y de unos pocos exiliados que volvieron, el problema está estrechamente vinculado al gran tema del retorno, en particular, de científicos profesionales capacitados. No es un tema fácil: aunque se puede descontar que la inmensa mayoría de los exiliados desea retornar, no hay que subestimar las circunstancias objetivas generadas en estos 10 años de exilio que, en muchos casos, no son fáciles de solucionar en plazos breves y en algunos, quizá imposibiliten el retorno. Por otra parte, todo está fuertemente condicionado por las posibilidades de que haya puestos de trabajo y condiciones apropiadas para desarrollarlo. Lo que, a su vez, esta indisolublemente ligado a la situación general del país y de la vida universitaria. Es claro que, por un período prolongado, el trabajo de investigación individual que pueda desarrollarse no puede desligarse de los esfuerzos colectivos necesarios para crear estas condiciones materiales y de clima en que la tarea pueda cundir. Todo esto, insisto, constituye un gran reto para cada individuo y para su conjunto.

Pienso que, más allá de cierto desorden que imperará en esta etapa inical desde el comienzo mismo de las actividades, debe quedar marcada indeleblemente la impronta de objetivos a lograr y de métodos a aplicar: reafirmación de la importancia fundamental de la investigación científica no enfrentada sino entrelazada con la docencia de alto nivel, en una simbiosis mutuamente beneficiosa; afianzamiento de un espíritu de colectivo científico en el cual, más allá de las imprescindibles especializaciones, se busque, en el máximo grado posible, una integración de las distintas disciplinas, un mínimo de comprension recíproca entre los distintos especialistas; la participación activa, interdisciplinaria, en torno a los temas y problemas generales del avance científico, particularmente en las difíciles circunstancias en que éste deberá realizarse; la creación de ambientes y mecanismos adecuados a estos fines (institutos, encuentros, coloquios, invitación a científicos extranjeros para dar cursillos, dirigir seminarios, etc.; publicaciones serias y cuidadas de los trabajos de investigación que se realicen por más modestos que sean sus alcances, hechas en el Uruguay o en revistas extranjeras, para los de mayor nivel, asegurándose asi una difusión y conocimiento internacionales, utilizando inclusive algunos de los idiomas científicos más importantes; etc.)

Dejo para un capítulo aparte algo que considero escencial, máxime en las actuales circunstancias: la formación de investigadores y docentes, particularmente jóvenes. A ella, de acuerdo a la experiencia recogida en nuestro Instituto, pueden contribuir:

a) Una intensa actividad y variedad de cursillos, seminarios, etc.

b) La llegada de numerosos profesores visitantes, por períodos breves o relativamente largos, que nos ayuden con su saber y experiencia a la formación amplia y profunda, según los casos, tanto de investigadores ya formados como de novatos; confío en que la generosa solidaridad internacional que tan intensamente se ha manifestado en este período oscuro nos ayude también en la etapa que deberemos alumbrar en un futuro próximo;

c) Atraer a muchos jóvenes con inquietudes y eventualmente vocación y talento para que participen, al menos algunas horas diariamente, en la vida de los Institutos de investigación; proponerles sistemáticamente temas de estudio, libros que introduzcan a grandes ramas de la ciencia, artículos de revistas que sean accesibles, con cierto esfuerzo y mediante la ayuda apropiada, para que palpen cómo es que se hace ciencia en el mundo; plantearles problemas que requieren un mínimo de pensamiento creador, al mismo tiempo que son accesibles al nivel de sus conocimientos, o mismo modestos temas de investigación;

d) Acostumbrar a esos jóvenes a frecuentar la bibliografía (libros, revistas, revistas de reseñas); estimularlos a hojearlos cada vez que llega algún nuevo ejemplar y a leer los temas que les interesen y están a su alcance;

e) Establecer un trato fluído entre las personas experimentadas y novatas, que estimule a éstas; f) Preocuparse de que los jóvenes pierdan el "miedo a investigar”, que se manifiesta con no poca frecuencia; impulsarlos a “largarse al agua” de la investigación aunque sea en problemas relativamente menores;

g) A través de todos estos caminos, ir detectando a los más dotados y concentrar en ellos el esfuerzo de formación, la evaluación objetiva de sus capacidades, carencias y defectos y promoviendo, particularmente con ellos, los estímulos más adecuados.

h) Sobre estas bases, promover a los más capaces a cargos docentes y en el Instituto, combinando la audacia en las promociones con las exigencias de una selección adecuada y de un contralor de su rendimiento;

i) Cuando maduren las condiciones adecuadas, obtener para ellos la posibilidad de lograr becas para estudiar e investigar en centros de alto nivel en el extranjero, sobre la base de un compromiso serio de retornar al país al término de la beca; en esta etapa, soy contrario al envío de jóvenes al extranjero demasiado novatos, para cursos corrientes que pueden impartirse en el país; deben ser jóvenes con una formación ya relativamente elevada que puedan enriquecerse con conocimientos más elevados y empaparse del ambiente científico que reina en aquellos grandes centros.

Por último, estimo como muy importante el establecimiento de contactos con otros Institutos de la Facultad, de otras Facultades y aún fuera del ámbito de la Universidad, para fomentar las relaciones interdisciplinarias e inclusive la integración de equipos de este carácter a los efectos de asesoramiento de toda clase y del estudio de problemas complejos, particularmente en areas de interés nacional , para estar en condiciones de dar pleno cumplimiento a las finalidades que expresamente establece la ley orgánica. En particular, el Instituto debe tomar la iniciativa de vincularse con otros organismos de enseñanza (primaria, secundaria e industrial) para colaborar en el sentido de una adecuada coordinación de las distintas ramas de la educación, impulsar la modernización de programas de estudio, etc.

José L. Massera

Ingeniero Industrial recibido en 1943. Ampliamente conocido como Matemático y como político.

Tomado de ``Encuentro Nacional de Ingeniería, 11 y 12 de agosto de 1984.'' Ed: CEI-ASCEEP-FEUU y ADUR Ingenieráa, pp. 131-134.


[ José Luis Massera (8/6/1915 - 9/9/2002): In Memoriam]

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