``Desde mi más temprana juventud, he tratado de articular dos aspectos que a menudo se consideran incompatibles, cuando no antagónicos. Por un lado, el estudio de conceptos científicos, a veces muy generales y abstractos, de modo que ellos resulten aplicables, debido a su propia generalidad, a vastas zonas de conocimientos.
Por otra parte, siempre me sentí moralmente comprometido a tomar parte en muchos de los sucesos que en el siglo XX han conmovido con tanta hondura a las sociedades humanas de diversas geografías, las sometían a dolorosas pruebas o, a veces, las llevaban a conquistar importantes avances de bienestar o justicia social. Por mucho que ese compromiso estuviera sujeto a inevitables limitaciones y errores, nunca pude concebir mi existencia egoístamente ajena a estos sufrimientos y alegrías y rehuir mi aporte personal a lo que creía más acorde con la verdad y la justicia.''
José Luis Massera, en sus palabras, vivió así las tensiones de un científico revolucionario de estos tiempos. En 1985, al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Puebla, diría ``la vida determinó que la cara matemática quedara postergada; nunca tuve dudas que algún día tendría que ser así.'' La postergación hacia la que marchaba tan convencido llegó lo suficientemente tarde como para que nos legara una obra matemática del máximo nivel y originalidad y sea considerado un referente latinoamericano de seriedad, independencia de pensamiento, rigor y autoexigencia, modestia, que sólo tienen los sabios.
Hace unas semanas, en el Congreso Internacional de los Matemáticos (ICM, 2002, Beijing) decenas de personas me preguntaron por él. Hindúes, franceses, norteamericanos, japoneses, rusos, latinoamericanos de todos lados, querían saber por él, que había demostrado aquél recíproco del teorema de estabilidad de Liapunov y que había pasado 10 años en prisión. Y les respondí que estaba mal, pero vivía, sin imaginarme que se nos iría el 9 de setiembre. El Presidente de la Unión Internacional de Matemática, Jacob Palis, escribió a sus colegas latinoamericanos: ``manifiesto mi profundo pesar por la pérdida del gran hombre y matemático que fue José Massera. Su ejemplo marcó mi vida y mi opción por trabajar en América Latina y por ella, procurando tener como Massera una visión global de la elevación del nivel científico de la región... Deseo también que el recuerdo de su humanismo nos ilumine y anime a todos.''
Massera fue una de las figuras intelectuales más grandes del Uruguay de la segunda mitad del siglo XX. En todos los terrenos en los que trabajó dejó su huella clara, su amplitud de miras, el reconocimiento de que había una gran mente trabajando en esfuerzo desinteresado y honesto. Humilde, tolerante.
Renovador en varias épocas de su Partido Comunista, al que se había afiliado en 1942, integró su Comité Ejecutivo entre 1955 y 1991, y fue su Secretario General en el país entre 1974 y 1975. Los múltiples textos que redactara para los cursos de educación partidaria lo muestran como un ideólogo sutil, aún en trabajos aptos para ser leídos por públicos de muy diversa formación. Su libro Manual para entender quien vacía el sobre de la quincena, que tuvo dos ediciones (EPU, 1973 y 1985) es un pequeño modelo de cómo hablar de manera simple sobre el enfoque marxista de la economía. Diputado entre 1963 y 1972, su obra parlamentaria fue recordada en ambas cámaras el martes 17 [de setiembre de 2002]. Forjador en la teoría, y en los trámites más sutiles, del Frente Izquierda de Liberación (FIdeL, 1001) y del Frente Amplio, antes de la dictadura, a su salida de la prisión en 1984, dedicó su capacidad a la reconstrucción y adaptación de todas esas fuerzas políticas a los nuevos tiempos que se vivían.
Luchador incansable por la paz, ya entre 1939 y 1940 fue Presidente del Movimiento Nacional Antiguerra, y este perfil de sus preocupaciones lo caracterizó en toda su vida activa. “La paz, tema central de la humanidad” es el título de muchos de sus artículos en variados medios de prensa del mundo. Sobre estos y muchos otros temas de política, economía, filosofía, ... su obra enriqueció la revista teórica del P. Comunista, Estudios, desde 1956, cuando fuera fundada, hasta los 110 números que llevaba salidos hace 10 años. Desde 1990 participó de diversos movimientos (aquí, en París, etc.) sobre la Vigencia y Renovación del marxismo.
Su obra teórica se extiende a la Filosofía Política (escribe un trabajo sobre “Maquiavelo y el Marxismo” en el libro Vigencia de Maquiavelo, editado por la Universidad en 1972, como consecuencia de un seminario internacional organizado por la Facultad de Humanidades), a los problemas de la revolución científico-técnica (Ciencia, educación, revolución, EPU, 1970), y de la dialéctica (capítulo en el libro Sciences et dialectiques de la Nature, editado por Lucien Sève, Paris 1998). En sus últimos años activos estudió con particular cuidado la obra de Spinoza.
¿Cómo no ser un admirador de este gran hombre? ¿Cómo no sentirnos orgullosos de que sea uruguayo?
Antes de referirme a algunas valoraciones más personales querría resumir lo que muchos consideramos los grandes enfoques de Massera en materia de promoción de la investigación y formación de investigadores, que se pueden extender a todo su enfoque intelectual y de vida (no hay aquí espacio para ejemplificar cada item):
Conocí a Massera cuando tenía yo 16 o 17 años, por dos vías más o menos simultáneas: como militante comunista y como profesor de matemática. No puedo dejar de agradecerle a aquella profesora de geometría que, antes de 1964 cuando entré a estudiar a la Facultad de Ingeniería (FI), me recomendara ir a la Biblioteca de la FI para ver el trabajo de Massera Acerca de las nociones fundamentales de la Geometría Proyectiva (Publicaciones Didácticas del IME, 1956) en el que se me abría el mundo de la matemática, las relaciones de diversas de sus partes en un lenguaje que yo entendía y absorbía con entusiasmo[1]. Como a tantos otros científicos del país, la profundidad de miras, la amplitud expositiva, de Massera, nos captó definitivamente para estos quehaceres.
Después fui su alumno en la Facultad. Como cientos de estudiantes de ingeniería lo considero uno de mis mejores profesores. Admiraba, en particular, que se negara a tomar exámenes a quienes sabía eran sus correligionarios.
Cuando pasé los 20 fuimos compañeros en el Instituto y en la militancia. A pesar de que en aquellos años, siendo diputado, dedicaba menos tiempo a la Facultad, mis recuerdos en el Instituto son parecidos a los que escribió Paul Halmos en su libro ``Automatográfico'', en el que dedica un capítulo a su estadía en Montevideo en 1951: ``Aunque era un conocido miembro activo del Partido Comunista, él actuaba llevando su vida política cuidadosamente separada de su actuación profesional. Yo lo veía todos los días, durante el horario de Instituto. Permanecía en su escritorio más que muchos otros [...] y él se veía muy ocupado haciendo lo que los matemáticos hacen. Hablábamos del tiempo a la hora del té; me contaba el contenido de su curso sobre espacios de Hilbert dictado el año anterior, y trataba de interesarme en los problemas que corrientemente se le presentaban en su investigación sobre ecuaciones diferenciales. Con frecuencia él se interesaba en los planteos que el resto nos hacíamos unos a otros, y después desaparecía metiéndose en su oficina a pensar acerca de ellos, al cabo de una hora, tal vez más aparecía con las respuestas. Escribía a máquina, él mismo, sus largos trabajos''...
Luego estuvimos presos. Parece un contrasentido, pero tuve la alegría de reencontrármelo, con el Nro. 2117, cuando me trasladaron al Penal de Libertad. A este período hacemos referencia en la nota aparte. Es de aquella época (1983, yo ya estaba ``libre'') la célebre contratapa del semanario Jaque en que Manuel Flores Mora pide ``Libertad para las ecuaciones diferenciales'' y da a conocer el reclamo de miles de matemáticos por su liberación.
Y luego vinieron los años posdictadura en que consolidamos la amistad con Massera y Marta, hablando de música, teatro, los problemas de la investigación... Él colaboró en crear el PEDECIBA y la Facultad de Ciencias, consolidar el desarrollo de la matemática, y tantas otras cosas.
Compartimos pues, diversos avatares de los que se vivieron en el Uruguay en los años de la dictadura, y en los de antes y después. Duros unos, felices otros, todos vividos con plenitud.
[1] En ese trabajo escribió Massera: “si un curso o texto de Geometría Proyectiva se dirige a estudiantes que tienen una cierta preparación básica en matemática y especialmente en geometría elemental, pero que no han tenido experiencias acerca de las estructuras formales de la matemática moderna, debe buscarse que, sin perder nada en la rigurosidad lógica, se facilite la comprensión de la nueva disciplina vinculando sus nociones fundamentales, por medio de adecuadas consideraciones heurísticas, a la experiencia matemática anterior del alumno.
Partes del escrito que antecede apareció en BRECHA, 20 setiembre 2002, con la firma de Roberto Markarian. El 13 set. 2002, BRECHA publicó un remitido de ADUR “ante el fallecimiento de uno de sus más distinguidos socios”.
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