Haciendo La Boca
Por Darwin Desbocatti.
Mi nombre es José Juan Agustín María Escribá Arrachabaleitía Pérez Etchegoimberry, pero no el de la gomería, Dios me libre de ese terraja. Nos hemos reunido en este hermoso lugar llamado Sala di Golpe, para dar una conferencia en apoyo a Pedro. Apaguen los celulares por favor, y apaguen las laptop también si son tan amables, las alarmas de auto que están sonando pueden dejarlas para que no se acerque el reaje, son como un repelente de rastrillos. Gracias.
La congoja no hace distingos, tal cual hemos notado de una semana a esta parte. La gente cree que nosotros no sufrimos porque estamos bronceados todo el año, ¡qué mentira! Es un claro prejuicio, un prejuicio bien de mersa. Yo tengo un nudo en la garganta que no sé, no sé si voy a poder degustar esos canapés de salmón ahumado exquisitos del servicio de launch del local, coman por mí.
Queremos darle nuestro apoyo a Pedro. Hasta hace poco era víctima de una obsesión terrible: iba borrando por el mundo cualquier rastro de su apellido. Lo último que estuvo buscando denodadamente fue una jabonera que usaba para ir al club a los 6 años y decía Pedro Bordaberry, porque claro, había otro Pedro en el colegio y tuvo que incurrir en la especificación nomenclatoria, que hasta hace menos de un año lo atormentaba. Ahora a Pedro ya no le importa la jabonera, está preocupado porque la verdad salga a la luz, eso es lo que lo tiene compungido; y nosotros estamos acá buscando la verdad, también, con él… Porque si hay que buscarla, empecemos por un lugar agradable, che, no hay por qué ir a buscarla de primera adentro de un contenedor o una volqueta. La verdad es grande, limpia, y no va a andar saliendo a la luz en una chivitería con olor a frito o en el Euskaro Español. Si estás buscando la verdad, tenés que saber que ella no va a aparecer en un cantegril lleno de bichicomes que se dicen “muñaño” entre ellos y no pueden pronunciar correctamente la palabra “cibulette” porque no hay forma de hacerles decir la “t” del final y se la aspiran siempre. ¡Cómo son, Dios mío, tanto les da la pasta base o la letra “t” con tal de aspirarse algo!
Les cuento que Pedro está decepcionado por el Poder Judicial, y dice que le cuesta creer en las instituciones. Yo empiezo a creer cada vez más en la genética y lo hereditario a partir de este último descreimiento de Pedro. Es una buena noticia: la sangre existe, hay que cuidarla, no se revuelquen con cualquier desclasado. ¿Viste Pedro, qué te dijo papá tantas veces, eh? ¿Cuántos años desperdiciaste con esa bobada de la carrera política y la confianza en las instituciones y el marketing publicitario, por no hacerle caso al viejo? Tu papá ya había tropezado con esa piedra de dejarse llevar por el aroma embriagador de la democracia (que se parece a Carolina Herrera) hasta que se dio cuenta.
Somos además, doloridos testigos de cómo muchos que cuando Juan María estaba en su esplendor no abrían la boca, ahora se hacen los guapos y dicen barbaridades con la impunidad que les da ser parte de la dictadura del populacho y la vulgaridad. Pero nosotros tranquilos, no debemos tomar los palos de jockey y salir a armar una guerra allá afuera. ¿Qué es lo que siempre repetimos, eh? Que el verdadero guapo no es el que se agarra a las trompadas en Lotus, guapo es el que se levanta 10 y media de la mañana todos los domingos para jugar rugby o los sábados a las 11 para jugar polo, y guapo también es el que se levanta de lunes a viernes a las 9 de la mañana para abrir le empresa del viejo y les comenta a sus pares mientras desmonta la Pioneer con sistema dolby digital de la camioneta para que no se la afanen los pichis que están por todos lados: “che, ¿viste qué bien que estuvo Pedro, cómo defendió a su papá?” eso es guapeza.
¡No vamos a descansar hasta que aparezca la verdad! Bueno, es una figura poética… a lo mejor un poco sí descansamos, una ida a algún spa, cortita, pero nada más. ¡Verdad, justicia y… y automac! ¡Si son tan comunistas y revolucionarios nacionalicen Giorgio Arman, mersas!
Bueno, no sé, medio que un poco me perdí, vamos a hacer una cosa, yo ahora salgo de acá, y ustedes se suben a las 4×4 y tocan bocina como unas locas… imaginen que soy Julio Iglesias, o que están llegando a su casa y la imbécil de la empleada no les abre el portón por ver la novela.